GRUPO3 A modo de rabolas

Aqui puedes ver:

21  Mas sobre la existencia de Dios 
22  Matrimonios progresistas
23  El periodista descreído
24  Noche tuve un sueño
25  El medico y la vieja
26  Tonto quien no aproveche la vida para divertirse
27  A los pobres lo que es de los pobres y a Dios lo que es >Dios
28  La salud del cuerpo y del alma
29  Preparando el futuro
30  El árbol prohibido
31  El naufrago desaparecido
32  De fiesta en el infierno
33  El premio gordo de la lotería
34  Donde encontrar a Dios
35  El alma de Jose el bobo

21.- MÁS SOBRE LA EXISTENCIA DE DIOS

 Un creyente y un ateo discutían sobre la existencia de Dios. Discutieron largo y tendido sin que, como ocurre siempre que
se discute acaloradamente el uno convenciera al otro respecto a sus ideas preconcebidas.
Iban entretenidos en estas discusiones cuando se encontraron con un cable de la conducción eléctrica que estaba caído en el suelo. El creyente lo tocó y dijo a su amigo: está desconectado,
no lleva corriente. Entonces el no creyente quiso comprobarlo por sí mismo y al hacerlo recibió una fuerte descarga. Ahora la
discusión versaba sobre si el cable llevaba corriente o no, sin que a la vista de lo que cada uno sentía al tocarlo el uno
pudiera convencer al otro. 
Cuando estaban en esta discusión llegó un tercer amigo, quien puesto al corriente de sus discusiones, y hechas las oportunas
comprobaciones, sentenció: Puesto que uno siente la corriente es prueba de que ésta existe. El que el otro no la sienta es
porque su ropa y sus zapatos impiden su  paso. 
Sentir o no la electricidad no es solo cuestión de que esta exista o no, depende también de la situación de la persona que se
pone en contacto con ella.
Y lo mismo pasa con Dios. Unos lo sienten porque están abiertos a la comunicación con Él, mientras que otros no
pueden sentirlo porque su actitud hace imposible toda comunicación. Dios se manifiesta a quienes quieren recibirlo y
no molesta a quienes quieren prescindir de Él

   22.- MATRIMONIOS PROGRESISTAS

En un pequeño pueblo vivían dos colonias, una de matrimonios gays y la otra de matrimonios tradicionales. Los gays acusaban
a los tradicionales de ignorantes, inmovilistas y retrógrados. Con vuestro inmovilismo, les decían, nunca podréis progresar. Tanto insistieron en la bondad de sus ideas progresistas, y en lo perjudicial del tradicionalismo conservador que al final todos terminaron por abandonar el matrimonio tradicional y
renunciar al sacrificio que supone criar a los hijos. 
Con el tiempo desaparecieron los niños del pueblo, y poco a poco los jóvenes se fueron haciendo viejos, hasta que terminó por desaparecer el pueblo.
Dicho pueblo quizá nunca existió, pero sí existen otros que empiezan a progresar por este camino, y no parece que sea la
mejor forma de progresar para bien de la sociedad.
Querer hacer natural lo antinatural, o normal lo que es una anormalidad, es una irracionalidad muy propia de los progresistas   modernos, y las irracionalidades, antes o después,
terminan pasando factura.

 
23.- EL PERIODISTA DESCREÍDO

 Un periodista hizo un reportaje sobre los católicos y lo terminaba así: “Los católicos viven atormentados con sus
demonios y con su Dios inmisericorde que se deja vencer por el maligno, y permite que sus hijos sean arrastrados hasta los mismísimos infiernos. Nosotros, los descreídos, debemos dar
gracias a Dios porque nos deja estar en el limbo donde se vive felizmente sin torturas”.
Ocurrió que poco después lo mandaron a cubrir un evento a un país al cual todavía no había llegado la democracia. Por esas
cosas del azar el Presidente del país fue asesinado justo delante de las narices del periodista, y esto, pensó el, le brindaba, la
ocasión de hacer el reportaje de su vida. Pero las cosas iban a transcurrir por otro camino. El homicida tiró la pistola justo a
los pies del periodista y huyó, y los policías recogieron la pistola y detuvieron al periodista acusándolo de espía disfrazado de periodista y culpándolo de ser el cerebro de la conspiración. De nada sirvieron las peticiones de indulto de las
autoridades correspondientes. Fue juzgado en juicio sumarísimo y condenado por terrorista y expía morir en la
horca en un plazo de ocho días.
Ocho días esperando la muerte inminente dan para pensar muchas cosas. Y nuestro periodista las pensó. Pasó del dulce y
feliz limbo de la increencia en el que antes vivía a las más  terribles dudas sobre lo que se encontraría en el más allá.
Se acabaron las seguridades sobre la inexistencia de Dios. No encontraba argumentos que le diesen esas seguridades, y eso
que los había expuesto muchas veces en sus crónicas. Una cosa es asegurar que Dios no existe cuando se filosofa desde un
despacho y otra muy distinta cuando sabes que te quedan muy pocos días para enfrentarte a la cruda realidad donde no cuenta
lo que tú creas, sino lo que realmente es.

24.- ANOCHE TUVE UN SUEÑO

 Anoche soñé que moría y que era conducido hacia el tribunal de Dios. Soñé que era introducido en una gran sala que estaba llena de gente de todas las edades, razas, colores y credos,
procedentes de las diversas partes del mundo. De pronto se produjo un silencio sepulcral y se oyó una voz fuerte y potente
que decía: Atención, este es el examen final de vuestra vida. Solo tenéis que contestar a  dos preguntas. La primera es qué
habéis hecho por descubrir al Dios verdadero, y la segunda cuanto os habéis esforzado por cumplir sus preceptos. La puntuación es del 1 al 10. Quienes no lleguen a una puntuación de cinco en cada pregunta serán enviados al infierno, y quienes
falseen las respuestas también.
Un sudor corrió por todo mi cuerpo y de repente desperté. Todavía no estaba ante el tribunal de Dios. Pero un día si que  estaré y no podré volverme atrás para rectificar.

25.- EL MÉDICO Y LA VIEJA

 Cuentan que una vez un médico recién graduado fue destinado a un pueblo perdido entre montañas. La primera persona que acudió a su consulta fue una viejecita que entró apoyada en un
bastón, arrastrando los zapatos y con un rosario en la mano.
Al verla el médico comentó con su joven enfermera: Parece mentira que en pleno siglo XXI todavía haya quien crea en
estas cosas. Seguro que el curita del pueblo está explotando bien a estas gentes.
¿Qué hay de malo en hacer lo que dice el cura, preguntó extrañada la vieja?
Son todos iguales, señora, respondió el médico. Si Vd. los conociera como yo seguro que no los volvería a mirar. Mire,
continuó el galeno, yo me eduqué en un colegio religioso y son todos unos farsantes. A la gente le dicen que todo es pecado y luego ellos hacen lo que le parece. No creen en lo que predican.
Son todos unos farsantes, señora, que se lo digo yo. Son todos iguales.
La vieja que lo había escuchado con paciencia sentada en una silla, recogió su bastón del suelo y levantándose se disponía a
marcharse murmurando entre dientes. Todos iguales, todos iguales.
El médico, un poco perplejo, la reconvino diciendo: Pero no se vaya, señora, si solo estoy diciendo la pura verdad.

No, dijo la vieja, si no me voy por lo que dice de los curas, es que estoy pensando que los médicos también son todos iguales. Verá: yo tuve un cólico de apendicitis y el médico que estaba antes que Vd. me dijo que era un dolor de tripa y me recetó un
purgante. No me fui para el otro mundo porque Dios no quiso. Mi marido tuvo unas fiebres muy altas, llamamos al médico y le recetó penicilina y lo mandó para el otro barrio, y eso que
bien que le dijimos que era alérgico a esas cosas. Sois todos iguales, todos iguales.
Pero señora, replicó el médico, que en España somos miles de médicos, no porque haya alguno malo vamos a ser todos
iguales.
Igualito pensaba yo de los curas, dijo la vieja. No porque Vd. conozca media docena de sinvergüenzas van a ser malos los miles que hay repartidos por todo el mundo, y más cuando sabemos que muchos han dado la vida por el bien de sus feligreses.

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26.- TONTO QUIEN NO APROVECHE LA VIDA           PARA DIVERTIRSE

Había una vez un señor que con su trabajo y buen hacer consiguió reunir una gran fortuna. Este señor tenía un hijo solo, y  fue educado en buenos colegios religiosos. Mientras estuvo
sujeto a la patria potestad siempre asistió a las prácticas religiosas en compañía de sus padres, pero cuando se hizo
mayor descubrió –así lo creyó él- que Dios no existía, que todo era un simple cuento que se había ido transmitiendo de generación en generación sin prueba alguna de su existencia.
Este hijo consiguió la cátedra de Filosofía y se hizo célebre por sus furibundos ataques a todas las religiones. Toda su
enseñanza se resumía en esta trilogía: Dios no existe. No hay otra vida después de ésta. Tonto quien no la aproveche para divertirse.
De entre sus alumnos salió uno aventajado que superaba al maestro en su afán de barrer de la sociedad todo vestigio de religión por considerarla un ataque a la libertad del hombre.
Murió el padre rico y el hijo heredó su fortuna. Entonces dejó la cátedra y se fue a dirigir su gran negocio llevando con él al
alumno aventajado, a quien  empleó como consejero y hombre de confianza. Tal era la confianza que en él tenía que fue al único a quien confió la clave de su caja fuerte. Entre los dos despidieron del trabajo a todos los que no comulgaban con sus ideas, y esto le acarreó muchos enemigos entre los despedidos injustamente.
Un día el hombre de confianza al abrir la caja fuerte vio el testamento que el jefe acababa de redactar de su puño y letra, y
se enteró de que lo nombraba heredero de la gran fortuna.  Al principio se puso muy contento con el hallazgo descubierto,
pero luego empezó a darle vueltas a la cabeza y pensaba: ¿Y si el jefe cambia de parecer y me quita del testamento? Si heredo esa fortuna, se decía, ya no tendré que depender de nadie y podré disfrutar de la vida para siempre. Y retumbaba en su
mente esa idea de “tonto el que no aproveche la vida para disfrutar”. Si no hay Dios, y solo hay esta vida ¿a que esperar
para disfrutar de la herencia? Finalmente la avaricia pudo más que la conciencia y contrató a un sicario para que acabase con
la vida de su Jefe.
Una noche asistían los dos a una cena de negocios, y justo al bajarse del coche se oyó un disparo seco y el hombre rico cayó
en los brazos de su hombre de confianza. Por más  investigaciones que se hicieron nadie pudo averiguar quien disparó la bala que mató al Jefe. Todos echaron la culpa de su
muerte a alguno de los muchos enemigos que tenía, pero nadie pensó que pudiera ser su gran amigo. Cuando se abrió el
testamento los herederos legales lo impugnaron por defecto de forma, impidiendo así que el verdadero causante de su muerte  pudiera disfrutar de la herencia.
Tal parece como si ese Dios que ellos habían intentado barrer la sociedad hubiera querido burlarse de los dos poniendo en
práctica sus propias ideas.

27.- A LOS POBRES LO QUE ES DE LOS POBRES Y A   DIOS LO QUE ES DE DIOS

 Se dice en los Evangelios que estando Jesús en Betania fue invitado a comer, y estando sentado a la mesa, una mujer derramó sobre él un perfume de gran valor. Al verlo, los apóstoles criticaban a la mujer diciendo que ese perfume
hubiera estado mejor empleado en dar de comer a los pobres. ¿Cuántos creyentes, y no creyentes, hubiésemos pensado lo mismo? Sin embargo Jesús dice a los apóstoles:
«Dejadla en paz: ¿por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena conmigo. Porque a los pobres siempre los tendréis con
vosotros y podréis socorrerlos cuando queráis, pero a Mí no me tendréis siempre”.
¿No es cierto que a nuestro humano parecer  ese dinero hubiera estado mejor empleado en darle de comer a los pobres que esparcido por el cuerpo de Cristo? Sin embargo Cristo dijo: Dejadla que ha hecho una buena obra conmigo. Dios nos
manda atender a los pobres, pero  también quiere gesto de amor para con él. Como a nosotros, también a Él le gusta sentirse
amado. A los pobres lo que es de los pobres, y a Dios lo que es Dios.

28.- LA SALUD DEL CUERPO Y DEL ALMA

 Erase un señor que nació y vivió siempre en un pueblo donde solo se conocía la religión católica, y por ese simple hecho  él
fue católico... hasta que salió del pueblo y se fue a vivir a la capital, Allí conoció otras religiones. En su propia casa unos vecinos eran católicos como él, otros luteranos, otros calvinistas, y hasta los había islamistas y budistas.
Entonces empezó a pensar y se dijo: Hay muchas religiones,  todas dicen que son las verdaderas, pero eso no puede ser puesto que dicen cosas diferentes. Algunas tienen que ser erróneas. ¿No será la mía la  que está equivocada?. ¿Para qué
perder el tiempo en estas cosas si nadie sabe donde está la verdad? Y así fue como dejó de practicar la religión sin que su
conciencia lo intranquilizara por esto.
Ocurrió que con el tiempo enfermó seriamente, y su médico de cabecera le diagnosticó  cáncer. Preocupado por esto quiso
confirmar el diagnóstico. Consultó varios médico y obtuvo respuestas diferentes, y no paró hasta obtener una que le pareció convincente. Entonces se sometió al tratamiento
prescrito por el médico y logró curarse. 
La pregunta es ¿por qué se preocupó tanto por hallar la verdad respecto a la salud de su cuerpo y no hizo lo mismo con la salud de su alma? ¿Acaso nuestra alma no es tan nuestra como
nuestro cuerpo?.

29.- PREPARANDO EL FUTURO

 Dos amigos estudiaron la carrera de derecho. Al terminar el uno se retiró a una residencia apartada del mundanal ruido para
preparar oposiciones para abogado del Estado, y el otro se retiró a un monasterio para ingresar en una  orden religiosa.

Pasado mucho tiempo se volvieron a encontrar, el primero ya con las oposiciones aprobadas y un buen porvenir, y el segundo
encerrado en su convento. 
No entiendo, decía el Abogado del Estado a su amigo,  para qué hacéis tantos sacrificios siempre encerrados en el
convento. Estamos preparando nuestro futuro, decía el fraile. ¿Y tantos sacrificios para eso? ¿No será mejor que dedicarais
más tiempo a disfrutar de vuestro presente y os olvidarais un poco de vuestro futuro? El fraile respondió: Tu, que te
consideras un hombre  inteligente, te encerraste dos años en una residencia apartada del mundo para preparar un  futuro que
no durará ni cien años.  ¿Cuantos años de nuestra vida crees que serían necesarios para preparar el futuro de una eternidad?

30.- EL ARBOL PROHIBIDO

 Había una vez un hombre bueno que invitó a vivir en su jardín a una joven pareja que carecían de techo. En el jardín  había
toda clase de árboles frutales con apetitosos  frutos, y el dueño le dio permiso para que comiesen del  fruto de todos los árboles
menos de uno que parecía ser el mejor de todo el jardín.
La joven pareja vivía feliz en el jardín sin tener que preocuparse por nada, pero un día se quedaron mirando aquel espléndido árbol del que el dueño le había prohibido comer el
fruto y se preguntaron ¿Por qué nos habrá prohibido comer el fruto de este árbol con lo apetitoso que parece?  Y desde entonces se paseaban cada día cerca de él, y siempre se hacían
la misma pregunta, hasta que un día ella dijo al marido: seguro que este fruto es el mejor de todos y el dueño lo quiere para él.
¿Por qué no probamos nosotros a ver como sabe? Y cayeron en la tentación. Probaron el fruto y murieron.

El dueño del jardín, que quería el bien de sus invitados, les prohibió comer del fruto de aquel árbol por que era venenoso.  Esto ocurre muchas veces en la vida. Hay cosas que se nos presentan como muy apetitosas, y desoyendo los consejos de
quienes nos quieren bien las probamos, y una vez probadas repetimos, y morimos intoxicados, física o espiritualmente,
porque aunque son cosas apetitosas son puro veneno para nuestro cuerpo o nuestra alma, o para los dos.

31.- EL NAUFRAGO DESAGRADECIDO

 Una vez uno que se confesaba  católico no practicante fue a bañarse con hijo, y al  llegar a la playa vieron que estaba izada la bandera roja indicando que estaba prohibido bañarse en aquel momento. El  hijo,  desoyendo los consejos del  padre se
tiró al mar, y durante un  rato estuvo jugueteando con las olas, hasta que una más fuerte que las otras lo alejó de la orilla.
Después de luchar contra las olas  y exhausto de fuerzas sintió que se ahogaba y empezó a pedir auxilio gritando y agitando
las manos. Un  paseante se dio cuenta de que el chico se hallaba en peligro, y arriesgando su vida se lanzó al agua en su auxilio. Después grandes esfuerzos logró rescatarlo.
Una vez que el chico hubo recuperado las fuerzas el padre instó al muchacho a que le diera las gracias a quien con riesgo de su
vida lo había librado de una muerte segura, pero el chaval respondió: No tengo nada que agradecerle, él se tiró al agua porque quiso, y ya sabía a lo que se exponía. El padre insistió
una y otra vez, y viendo que no conseguía nada empezó a increparlo  diciéndole que era un mal nacido, que no sabía
agradecer los favores que le hacían, a lo que chaval contestó sin inmutarse: No veo a que viene tanto sermonearme por esto,
cuando tu dices que Cristo murió en la cruz por salvarte  y yo no veo que tu hagas algo por agradecérselo.

32.- DE FIESTA EN EL INFIERNO

 Murió un creyente de esos que creen que puede haber cielo  e infierno, pero que viven muy a gusto olvidándose de los dos, y
fue derechito al cielo.  Al llegar  San Pedro le pregunta: ¿Cómo es que vienes aquí y no has ido al infierno? El recién llegado
contesta: es que quiero vivir en el cielo. Pero si a ti en la tierra te daba igual el cielo que el infierno ¿por qué no bajas al
infierno a ver que pasa por allí ahora que tienes oportunidad? Y si no te gusta lo que hay allí te vuelves aquí. Le pareció buena
idea al peregrino y bajó al infierno.  Allí lo recibió Lucifer, quien le preguntó: ¿Por que vienes aquí? Él contestó: Vengo a probar como se vive en el infierno, y si no me gusta me vuelvo al cielo. Lucifer se mostró muy amable con él y lo pasó a una
sala de fiestas donde todos estaban de divirtiéndose a lo grande. Allí había baile, comidas y bebidas de todas clases,
sexo y todo cuanto se pueda imaginar para un buen divertimento. Viendo  lo bien que se vivía en el infierno subió
al cielo a decirle a San Pedro que había decidido  quedarse en el infierno. Cuando volvió Lucifer lo pasó directamente a la sala de torturas entre las protestas del viajero.
¿Cómo es esto, gritaba desesperado? Este no es el infierno que me enseñaste ayer. Aquel –dijo riéndose Lucifer- es el infierno
que mostramos en la propaganda cuando estáis en periodo de elección, pero tu ya acabaste tu tiempo de elección al  elegir el infierno.  Este es el infierno real.
Mientras vivimos estamos eligiendo siempre cielo o infierno, por acción o por omisión, y Lucifer nos ocultará en todo
momento la realidad del infierno. Es a nosotros a quienes toca tratar de descubrirla para no dejarnos seducir  por sus oropeles


33.- EL PREMIO GORDO  DE LOTERÍA

 Érase un pueblo pequeño en el que un médico ateo se ocupaba de la salud corporal de sus habitantes, y un cura católico de su salud espiritual. El ayuntamiento iba tan mal de ingresos que
apenas cubrían  los intereses de sus deudas. Agobiado el alcalde por esta angustiosa situación decidió  invertir el poco
dinero que le quedaba en la compra de  algunos décimos de la lotería de Navidad, con tan buena suerte que tocó el gordo en
aquel  número. Ahora el alcalde ya no sabía que hacer con tanto dinero,  y después de pagar sus deudas convocó al pueblo
para ver en que querían invertir el resto.  Todos estuvieron de acuerdo en hacer Ayuntamiento nuevo, nuevas escuelas, un polideportivo con toda clase adelantos y piscina climatizada cubierta para todos, y como todavía sobraba dinero compraron varias propiedades y formaron una cooperativa para su explotación, obteniendo ingresos suficientes para que todos los vecinos del pueblo pudieran vivir desahogadamente.
El cura también quiso aprovechar la boyante situación proclamando las bondades divinas y animando a la gente para que acudiera a la Iglesia a dar gracias a Dios por tantos beneficios, pero la verdad es que no tuvo muchos éxitos. Sucedió que poco tiempo después sobrevino un terremoto que destruyó todo lo que habían hecho dejando sepultados entre sus escombros a buena parte de sus habitantes. Entonces los pocos que quedaron con vida, con el médico a la cabeza,  empezaron
a increpar al cura diciéndole que donde estaba ese Dios tan bueno, tan justo y tan bondadoso que permitía que sus fieles
quedaran sumidos en tanto dolor y en tanta miseria como ahora se cernía  sobre sus cabezas. A lo que el cura contestó: En el momento del terremoto Dios estaba recogiendo el alma de cada
uno de sus hijos difuntos para llevársela con Él a disfrutar de un bienestar eterno. ¿Alguno de vosotros  tiene algo que reprocharle por eso?

Entonces el médico, señalando a una mujer que se había  quedado viuda y con cinco hijos pequeños, gritó: Sí, sí.
Aquellos a bailar en el cielo, y esta pobre viuda con sus cinco hijos condenados al infierno de la miseria en esta la perra vida
por un Dios impotente que no pudo o no quiso evitar el terremoto.
Por un momento se hizo un gran silencio hasta que el cura volvió a hablar al médico diciéndole: A esa pobre viuda y a sus
cinco hijos los ha dejado a tu cuidado, que para eso te ha dado una fortuna aceptable, no para que la disfrutes tu solo, y a todos  nos ha dejado aquí temporalmente para que con alegrías y sufrimientos, que así es esta vida terrena, nos ganemos el cielo donde podremos vivir eternamente felices.

34.- DONDE ENCONTRAR A DIOS

 Don Juan era un viejo cura que ejercía su ministerio en el pueblo donde nació Pepito, a quien bautizó y dio la comunión
cuando era niño. Con el tiempo Pepito se convirtió en Don José, prestigioso sabio de fama mundial, ateo y furibundo
atacante de todas las religiones,  defiendo a capa y espada la no existencia de Dios.
Un día al sabio decidió volver a su pueblo para recordar su niñez. Al reencontrarse  con sus paisanos quiso sacarlos del
error en el que según él los tenía sumidos el viejo párroco con sus sermones, y retó a éste a  un debate público sobre la
existencia de Dios.
El párroco aceptó encantado proponiendo que el debate se celebrase en Iglesia. Cuando llegó la hora anunciada para el
debate, el cura apagó todas las luces dejando encendida solamente una triste vela.  La Iglesia estaba llena de gente de
todos los alrededores

Comenzó el debate el sabio ateo defendiendo la no existencia de Dios; nadie entendió lo que decía, porque su exposición
estaba muy por encima de lo que ellos podían entender, pero todos quedaron convencidos de que tenía razón  por lo bien que
hablaba y además porque era un sabio.
Cuando le tocó el turno de hacer su exposición al cura tiró al suelo una pequeñísima cruz que tenia en la mano, y dirigiéndose a Pepito  -para el viejo cura siempre fue Pepito y no Don José-  le pidió que la recogiera y se la diera. Después de buscarla un rato y no encontrarla dijo el sabio: Con esta oscuridad no hay forma de encontrar nada. 
Entonces el cura, socarrón él, le dijo: Anda sal a la calle y búscala allí, que allí hay más luz. El sabio lo miró sorprendido y le replicó: Pero don Juan, ¿si Vd. la ha perdido aquí, como cree que va a encontrarla en la calle? Hombre, volvió a decir el
cura. Allí hay mas luz.  Si, replica el sabio, pero si queremos encontrar la cruz habrá que buscarla donde está, no donde haya más. 
Tienes razón, terció de nuevo el cura. Habrá que buscarla donde está, y eso te digo yo respecto a Dios.  Si quieres
encontrarlo tendrás que buscarlo donde está. Tú lo buscas en la ciencia y no lo encuentras, porque la ciencia no se ocupa de
buscar el conocimiento de Dios, se ocupa de  otros conocimientos.
Cristo, que es quien mejor conoce a Dios, dijo: Yo soy el camino, la luz y la verdad para encontrar  a Dios, y tú lo buscas
por el camino de tus laboratorios. Sigue el camino de Cristo y verás como lo encuentras.

35.- EL ALMA DE JOSÉ

A Pablito le explicaron en el colegio que los hombres nos diferenciamos de los animales en que nosotros somos seres racionales que podemos pensar y discernir entre lo que está bien y lo que está mal, mientras que los  animales carecen de esas facultades y por eso carecen también de responsabilidad respecto a lo que hacen.
Pensando en estas cosas Pablito regresó a casa, y nada mas encontrarse con su abuelo le espetó: abuelo, ya se por qué
Pepito da tantos disgustos a sus papás (Pepito era un niño deficiente mental)
¿Por qué? preguntó el abuelo. Porque no es hombre, es un animal, no puede razonar, y no sabe lo que está bien o mal.
No hijo, replicó el abuelo. Pepito es un hombre como tú y yo, aunque no pueda razonar. Y le contó esta historieta.
Dos señoras se casaron y se quedaron embarazadas. Las dos fueron al médico y este les dijo que sus bebés nacerían como Pepito, sin capacidad para razonar. Las dos se pusieron muy
tristes, y  una de ellas decidió matar al hijo que llevaba en su vientre  para que no naciera deficiente mental. La otra  dijo que
ella quería que su hijo naciese vivo y  que  lo cuidaría todos los días de su vida.
Al niño que nació y vivió como Pepito  lo llamaron José  y  también dio algunos disgustos a sus padres, pero  igualmente  les dio muchas alegrías. Él fue la causa de que el matrimonio
permaneciera unido toda la vida. Cuando murió subió al cielo. Poco después murieron sus padres,  y José los estaba esperando para abrirle las puertas.
La madre que no quiso tener a su hijo vivió sola toda su vida, porque su marido y ella reñían constantemente y terminaron divorciándose, y cuando murieron no pudieron entrar en el cielo porque no había nadie para abrirles las puertas. Era el hijo que mataron el que tenía la misión de mantenerlos  unidos y de abrirle las puertas del cielo.
¿Entonces no es verdad que nos diferenciamos de los animales en que nosotros podemos razonar y ellos no?,  inquirió Pablito. Si hijo, contestó el abuelo, pero no solo nos diferenciamos por eso.  Lo que da a los hombres más valor  que a los animales  no es solo la capacidad de razonar, es, sobre todo,  que los hombres tenemos un alma inmortal, porque hemos sido creados a imagen de Dios, y los animales no. 

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